Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos Tumbas (Confucio)

en cuerpo alma y letra respiración holotrópica Oct 19, 2023

Todavía no son las 8 de la mañana, cuando caigo de bruces en Dos tumbas para una venganza, un excelente artículo de Lluís Uría que empieza con una afirmación categórica No hay ningún dios, patria ni causa que pueda justificar las atrocidades perpetradas por los milicianos de Hamas en las poblaciones del sur de Israel... Giro página, todavía secuestrada por el tema de conversación mayoritario de estas últimas semanas, y me doy de morros con este primer párrafo de la neurocientífica Sara Teller, que se me antoja perfecto colofón al artículo anterior En función de cómo vivas y las cosas que hagas, desarrollarás un tipo de cerebro u otro, sentirás de una forma u otra, pensarás en una dirección o la opuesta...

 

Y me pregunto...

 

¿Quienes terminan convirtiendo su Vida en un campo de batalla literal, qué habrán vivido en el vientre de su madre, en su cuna, en su casa, en su escuela, en su país..., para acabar expresando su Ira infinita de manera tan horriblemente inhumana...? ¿Qué y cómo lo habrán vivido? ¿Y qué cosas habrán hecho, y desde cuándo? Viene a mi mente una Respuesta rápida:

 

¿Qué habrán vivido? Miedo.

¿Cómo lo habrán vivido? Con Mucho Miedo

¿Qué habrán hecho toda su Vida? Defenderse del Miedo...

 

¿Desde cuándo? ¡Desde siempre!

 

 

Porque el mismo Miedo que servirá de munición a misiles de largo alcance en la batalla fuera, primero habrá de dispensarse a discreción a través del cordón umbilical que une a la mamá con su bebé dentro...; después, se mamará templado, mezclado con la leche que brota de su pecho (que contiene, al tiempo, todos los miedos del sistema familiar, de más de 4 generaciones atrás); más tarde, ese Miedo se compartirá y se realimentará en comunidad: en la escuela, en las pandillas, en la calle...; para, finalmente, o acabar ocupando el lugar de honor a la hora de tomar decisiones en la gestión de cualquier conflicto que se precie de serlo -si las cosas van menos mal-, o acabar convirtiéndose en combustible de primera mano al servicio de no importa qué grupo armado -si la maldad llega a su zénit.

 

Pero, ¿a qué se tiene -de manera tan extrema- ese Miedo visceral? La respuesta apela a nuestra más pura e instintiva humanidad: a cualquier cosa que me haga sentir excluido, rechazado, fuera del grupo, del clan, de la tribu, de la familia, de lo conocido...: otro dios, otra lengua, otra etnia, otras ideas, otra comunidad...

 

Y si vengo del Miedo y vivo en el Miedo... ¿Qué hago entonces? Unirme a los que comparten mis miedos, con quienes me siento bien, protegido, en casa, a salvo..., y de paso, le pido a Dios que me ayude, porque, por supuesto si Dios es bueno y justo estará conmigo y los míos y en contra de mis enemigos. Qué bien lo dice Uría, desde el Miedo Cada cual elige su campo, llora a sus víctimas e ignora a las del otro. Sin matices ni compasión ¿Sabías que, en su hebilla, los soldados nazis llevaban una inscripción que decía Dios con nosotros?

 

No hace falta mucho para fabricar asesinos, una combinación de Miedo con dosis altas de cualquiera de sus consecuencias: resentimiento, fanatismo... y presentar al otro como gran amenaza para tu Clan. Ya está. Listo. Cuestión de Tiempo. En su momento, quizás ganará el más preparado, no más..., que se alzará con una victoria falsa y una no menos adulterada promesa de Paz que durará justo el tiempo necesario para que el perdedor se prepare y se atreva a guerrear de nuevo. Con suerte, esta vez ganará la contienda... y se alzará con una victoria falsa y una no menos adulterada promesa de Paz que durará justo el tiempo necesario para que el perdedor se prepare y se atreva a guerrear de nuevo. Hasta que el último perdedor vuelva a verse fuerte para enfrentar batalla... y ¿sabéis?, se alzará con una victoria falsa y una no menos adulterada promesa de Paz que durará justo el tiempo necesario para que el perdedor se prepare y se atreva a guerrear de nuevo... Ad Infinitum, hasta que las cenizas de la destrucción y la barbarie cubran de muerte ambos campos de batalla para siempre jamás.

 

Aunque tampoco debería hacer falta mucho para fabricar seres libres. ¿Dialogando? No… Ya después de Freud entendimos que la palabra a duras penas le quita el primer polvo al motivo inconsciente real de tanto odio. ¿Que hablando se entiende la gente? No, perdón…, eso es mentira, por lo menos en su sentido más absoluto. La palabra, frente al terror enquistado, tiene todas las de perder.  

 

Pero sí hay una vía de salida: aprender a desandar la súper andada y multitudinariamente transitada vía del Miedo hasta la más atávica de sus manifestaciones, el Miedo a la Muerte en su infinidad de nombres, formatos e intensidades (desapegos, lealtades, implicaciones...). Lo dijeron todos los Grandes Sabios: para recuperar Vida a la Muerte, trabajarse los miedos es la única opción…

 

El Miedo es siempre el Camino

 

 

Esa sí es buena parte de la Solución. Desde la Concepción hasta el Cementerio… 

 

 

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