La Alhambra…, lo que no se Ve
Dec 21, 2023Entrando, a la derecha…, justo antes de la maqueta en hierro que la reproduce, mis ojos se escabullen, desobedientes, hacia ese poema en la pared que, por un tiempo indefinido, secuestra toda mi atención:
Grata la voz del agua a quien abrumaron negras arenas, grato a la mano cóncava el mármol circular de la columna, gratos los finos laberintos del agua entre los limoneros, grata la música del zéjel, grato el amor y grata la plegaria dirigida a un Dios que está solo, grato el jazmín.
Vano el alfanje ante las largas lanzas de los muchos, vano ser el mejor. Grato sentir o presentir, rey doliente, que tus dulzuras son adioses, que te será negada la llave, que la cruz del infiel borrará la luna, que la tarde que miras es la última.
…Será de alguien agradecido, sin duda. ¿Quién, si no, reconocería con agrado el placer regalado por la experiencia a cada uno de sus sentidos, ante tanta hermosura?
Grata la voz del agua a quien abrumaron negras arenas -…Agradeciendo la capacidad de oir. Grato a la mano cóncava, el mármol circular de la columna -…Agradeciendo la capacidad de tocar. Gratos los finos laberintos del agua entre los limoneros -…Agradeciendo la capacidad de intuir. Grata la música del zéjel -…Agradeciendo la capacidad de escuchar.
Y, terminando la primera estrofa, el autor se explaya sin tapujos, Agradeciendo a ese Dios Solo, baluarte de Plenitud Infinita, la misma capacidad de Agradecer en su Esencia más Sagrada: Grato el amor y grata la plegaria dirigida a un Dios que está solo.
Y por si no fuera suficiente, precioso colofón, el último verso del primer fragmento: Grato el jazmín -apuntando al aroma floral por excelencia que desprende lo Sagrado, cuando se pasea por el mundo.
Sublime, sin más.
¿Detrás de quién puede no solo sobrevivir, sino crecer, esa envidiable capacidad de sentir en tan vastas profundidades? Claro…, lo comprendo todo cuando me adentro en la historia… ¿Quién, si no alguien que No Ve, es capaz de percibir con intensidad ampliada en el mundo de lo Invisible?
¿Quién? La Respuesta nos devuelve el nombre de alguien recurrente en nuestros escritos: Él, Jorge Luís Borges.
¿Cuándo? La segunda y última vez que visitó la Alhambra de Granada.
¿Cómo? Ciego.
Y es que Borges experimentó la Alhambra de Boabdil -último rey árabe de Granada-, por segunda vez, percibiendo el murmullo del agua en los estanques…, sin mirarla; la suavidad de las columnas de mármol…, sin verlas; la musicalidad del zéjel…, sin contemplarlo; y el aroma del jazmín…, sin distinguirlo, en una mezcla de recuerdos de su primera visita aderezada por la compañía y las palabras de su pareja en ese entonces, María Kodama, permanentemente a su lado, mientras él tejía a golpe de emociones ciegas este maravilloso poema.
Lejos de algunas connotaciones religiosas, que aún hoy relacionan con vergüenza buena parte de las cegueras de nuestro pasado común, la de Borges congenia mucho mejor con el mensaje del Principito: Lo Esencial es Invisible a los Ojos. Solo desde lo imperceptible, lo etéreo, lo incorpóreo… puede hallarse lo Básico. Solo desde Lo Espiritual, puede Verse con Claridad.
Y prosigue nuestro Borges ciego, desde su Visión Extraordinaria, observando a Boabdil, que disfruta melancólicamente de su palacio en su última noche:
Vano el alfanje, ante las largas lanzas de los muchos -de nada sirve ya el puñal ante las miles de lanzas que esperan al rey a las afueras de Granada. Vano ser el mejor -para qué ser el primero, si todo es caduco. Grato sentir o presentir, rey doliente, que tus dulzuras son adioses, que te será negada la llave -ante los Reyes Católicos, por la expulsión de los nazaríes en 1492. En el mundo de lo perecedero, en algún momento todos vamos a tener que devolver las llaves. Que la cruz del infiel borrará la luna -en clara alusión a los cristianos conquistando territorio islámico. Los papeles se turnan, siempre, por siempre ¿hasta cuándo…? Que la tarde que miras es la última…
Para cualquier aspirante a Principito, para cualquier Buscador de la Verdad…, el terreno de juego se halla siempre fuera del cómodo hábitat del pequeño planeta donde uno reside: más allá de lo que uno percibe, de lo que uno imagina, de lo que uno puede controlar… Mucho Más Allá de lo que percibimos con nuestros sentidos, en el Mundo de lo Invisible, reside la Verdad del Corazón y encontrarla va a ser Vital para acompañar de Vida los años que nos queden hasta el fin de nuestra existencia, porque Solo Amar la Verdad hace posible Amar de Verdad.
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