Somos las Historias que nos contamos

constelaciones familiares en cuerpo alma y letra Sep 14, 2023

“A Dios pongo por testigo... a Dios pongo por testigo de que no lograrán aplastarme. Sobreviviré por encima de todo esto, y cuando haya terminado, ¡nunca volveré a saber lo que es hambre! ¡No! ¡Ni yo ni ninguno de los míos! Aunque tenga que estafar, ser ladrona o asesinar... ¡A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!”

  

Brutal..., colosal, inmensa, apoteósica la frase de Escarlata O'Hara en los minutos finales de Gone with de Wind, Lo que el Viento se llevó, una de las películas más famosas del cine de todos los tiempos, estrenada en 1939. 🎞

 

Cierra los ojos, Josep, y escucha de nuevo las palabras desesperadas de esa carismática -al tiempo que vanidosa, caprichosa, manipuladora y temperamental- Scarlett, en la piel de una Vivien Leigh que terminó por ganar un Óscar a la mejor actriz por su interpretación en el film. 

 

¿Puedes oírla? Zambúllete en el recuerdo, regálate el tiempo: suenan los celebérrimos acordes de la parte más solemne de la banda sonora de la película, la pantalla se tiñe de rojo pasión al compás de las necesidades cromáticas marcadas por el crepúsculo de su historia..., un oscuro perfil con rostro de mujer ocupando la totalidad de la pantalla... Y de repente, un puño. Un puño en alto, prieto, audaz, valiente. Un intermezzo interminable y, tras semejante parto..., por fin, el esperado alumbramiento:  ¡...A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!

 

Y pues sí..., la de Escarlata O'Hara y la de todos...,

así se escribe la historia de los Seres Humanos, a base de grandilocuentísimos Decretos como el de nuestra oscarizada protagonista y/o experiencias afines que, heredadas y transmitidas de generación en generación, marcan a fuego decálogos conductuales inconscientes, de los que se alimentaran nuestros descendientes, uno tras otro, hasta que alguien -depositario siempre de una incomodísima, pero maravillosa Mala Consciencia- diga Basta. 

 

 

¿Recordáis el mail anterior?:

Somos las Historias que nos Contamos.  

 

En la historia de nuestra valiente heroína, la narración irá entretejiéndose a través de los vaivenes emocionales que nuestra protagonista sabrá gestionar -o quizás no tanto- en relación con las decisiones que irá tomando o dejará de tomar, en aspectos cruciales de su Vida... En su caso, a saber: Amor, Dinero y Género. Todas estrechamente vinculadas dicho sea de paso (en su caso y en el de cualquiera). 

 

Vamos a darle un vistazo...

 

Primeramente, muy consciente de sus encantos físicos y de sus especiales habilidades para flirtear con los hombres, la experiencia de Scarlett en el Amor la llevará a enamorarse del único hombre que nunca podrá conseguir, y que -aunque muy torpemente- logrará resistir a sus encantos, Ashley Wilkes: Te quiero. Te quiero por tu bravura y tu tenacidad, y tu brío y tu implacable dureza. ¿Cuánto te quiero? Tanto que, hace un momento, hubiera ultrajado la hospitalidad de la casa que nos ha acogido a mi familia y a mí, hubiera olvidado la esposa más buena que jamás pueda tener un hombre... para dejarse seducir por su descarado y pícaro pretendiente de siempre, Rhett Butler: Señor, no es usted un caballero (Scarlett). Ni usted una dama. No se ofenda. Las damas no tienen ningún atractivo para mí (Rhett). 

 

Cinco escenas representativas de la historia del cine

 

1️⃣ 1r Argumento que Scarlett empieza a contarse inconscientemente con fuerza, magistralmente expresada en esta frase consciente definitiva: 

Estoy cansada de decir ¡Qué maravilloso eres! a hombres que son idiotas y que no tienen la mitad de inteligencia que yo tengo. Estoy cansada de hacer ver que no sé nada, para que así los hombres puedan decirme las cosas y sentirse importantes mientras lo hacen.

(Léase: Los hombres no valen nada)

 

Para acercarnos al segundo terreno de juego, el del Dinero, Scarlett se debatirá a lo largo de casi toda la película, en el mundo de lo masculino, para terminar masculinizando todas sus estrategias para sobrevivir.

 

2️⃣ ¿2º Argumento para la historia que se autocontará Scarlett?

Podemos escoger entre esta frase: ¿Te has olvidado de lo que es vivir sin dinero? Me he dado cuenta de que el dinero es la cosa más importante del mundo y no estoy dispuesta a que me vuelva a faltar,

o quizás esta otra ¡La muerte, los impuestos y los hijos! ¡Todo ello siempre viene cuando menos falta hace!

(Léase: el dinero es lo más importante del Mundo)

 

Y para el tercer ámbito de acción, el de un incipiente interés en la Igualdad de Género, Scarlett se servirá de su tozudez y de su empeño para conseguir lo que quiere, que -aunque la ayudará a sobrevivir en tiempos de guerra- también le acarreará muchos problemas de parte de una muy tradicional sociedad estadounidense que no verá nunca con buenos ojos el ascenso de una mujer tan independiente.

Scarlett pasará de estas dos perlas inolvidables: Rhett, Rhett... Rhett, si te vas, ¿a dónde iré? ¿Qué haré? -Rhett Butler: Francamente, querida, me importa un bledo. A esta otra famosa frase para el recuerdo: No me molestes más. Y no me llames bombón.

 

3️⃣ Y, finalmente, llegamos al 3r Argumento grabado a fuego, tras la ardua experiencia, en la mente de Scarlett, recuperado de un párrafo de la novela. Tan sin desperdicio, se mire por donde se mire, que reproducimos entero...

La vida no era fácil ni feliz; pero ella no había esperado que fuese fácil, y, en cuanto a la felicidad, era aquél su destino de mujer. El mundo pertenecía a los hombres, y ella lo aceptaba así. El hombre era el dueño de la prosperidad, y la mujer la dirigía. El hombre se llevaba el mérito de la gerencia y la mujer encomiaba su talento. El hombre mugía como un toro cuando se clavaba una astilla en un dedo y la mujer sofocaba sus gemidos en el parto por temor a molestarle. Los hombres eran ásperos al hablar y se emborrachaban con frecuencia. Las mujeres ignoraban las brusquedades de expresión y metían en la cama a los borrachos, sin decir palabras agrias. Los hombres eran rudos y francos, y las mujeres, siempre buenas, afables e inclinadas al perdón.

(Léase: El destino de las mujeres es difícil porque son mujeres)

 

 

Y ahora sí llegamos al final, un final muy parecido a todos los finales que nos precedieron. Esos finales ancestrales de los que se alimentan los principios que los siguen y que se repiten aburridamente en los descendientes, hasta que alguien dice ¡Basta!, porque... ¿Sabes? Somos las Historias que nos Contamos. La Scarlett de alta alcurnia, poderosa, exigente, adinerada, inexperta, coqueta y descarada de los primeros fotogramas de Gone with the wind no es la misma Escarlata desaliñada, pobre y harta que..., puño en alto, lanza impune su conjuro al Universo: ¡A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre!

 

¿A qué precio?

 

Habrá que contactar a sus descendientes para corroborar mis sospechas...

 

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